Una cliente, que para los efectos de esta historia prefiere identificarse con el nombre ficticio de Lucía, cuenta que eran pasadas las 11 de la mañana cuando ingresó a la sucursal del Banco Falabella de Quilicura, ubicada en el mall Arauco Quilicura.
Estaba a un palmo de llegar a la caja, cuando ingresaron unos, calcula, ocho encapuchados portando fusiles de guerra y pistolas.
"Esto es un asalto, todos al suelo", dice Lucía que les gritaron. "Al guardia le quitaron la pistola y lo redujeron entre tres y uno de los encapuchados tenía un combo con el empezó a romper el vidrio que separaba las cajas del público. Yo estaba boca abajo, pero escuché como caía el vidrio al suelo. No sé qué pasó por la cabeza, pero en un momento me paré y corrí al estacionamiento, donde estaba mi hijo esperándome con el auto encendido".
Lucía y su hijo intentaron arrancar en auto saliendo por un costado del Homecenter, que está detrás del Banco Falabella, pero se dieron cuenta que al llegar a calle Arturo Prat, y de manera simultánea con el asalto, otro puñado de encapuchados había detenido dos buses del Transantiago, obligando a sus pasajeros a descender a punta de pistolas, para luego atravesar las máquinas a todo Io ancho de Arturo Prat y bloquear el tránsito.
Un empleado del mall, que trabaja en una especie de garita casi saliendo del estacionamiento del Homecenter, cuenta que los pasajeros que fueron obligados a bajar de las "Estaban micros se escondieron en su garita. aterrorizados, algunas mujeres gritaban de histeria", cuenta. "Los tipos también cerraron la puerta de salida del estacionamiento sellándolas con cadenas y candados. Poco rato después, los empleados del Homecenter rompieron las cadenas con un napoleón".
También de manera simultánea, otro grupo de sujetos intentó colocar piolas de acero para bloquear las intersecciones claves en torno al mall Arauco para, se supone, facilitar la huida: en Arturo Prat con Rosales, en Prat con José Francisco Vergara y en Prat con O'Higgins. Pero la táctica tuvo efectos limitados.
En Vergara con Prat, un vecino vio cómo los sujetos intentaron amarrar un cable. "No les resultó porque yo creo que se pusieron nerviosos", cuenta. "Cuando estaban poniendo la piola en esta esquina, las alarmas ya estaban sonando por todos lados y se escuchaban las sirenas de carabineros. Alcanzaron a amarrar un cabo de la piola y la otra punta la dejaron botada".
Acaso el intento más estéril para bloquear el paso de la policía fue una piola que pusieron en un pasaje de tierra, Cristóbal Colón, donde prácticamente no pueden transitar los autos. La piola, para más remate, quedó suelta y apoyada en el suelo.
También se esmeraron en esparcir miguelitos en diversos puntos.
Todo indica que la huida fue caótica y poco planificada. En la intersección de los pasajes Crepúsculo con Mediodía, en la villa Margarita, confluyeron tres vehículos: un furgón blanco, desde el cual se movilizaron los cómplices que acordonaron con piolas el entorno del mall, y otros dos vehículos menores.
Doña Karen, vecina del sector, dice que desde los vehículos se bajaron varios encapuchados que comenzaron a incendiar los autos, probablemente para borrar huellas. Luego apareció un auto gris al cual se subieron unos cuatro sujetos, mientras que otros tres huyeron a pie por Cristóbal Colón. "A esos tres los pillaron", dice doña Karen.
Hasta la tarde del jueves, Carabineros, que llegó al lugar en tropel y con el apoyo de helicópteros, había confirmado la detención de seis asaltantes y que el resto de la banda había huido con el botín, unos 20 millones de pesos.