Poniéndole dinero de sus ahorros, y a través de fondos concursables del Estado, Sergio Rojas, periodista y ex panelista de "Me Late", ha armado dos empresas: Lorval, dedicada al aseo en edificios, condominios, alfombras, tapices -y de la cual deriva su propia marca de sanitizante, Don Amonio-, y la productora RVI, en la que cuenta con amplificación de sonido, domos inflables y barras LED.
Son trabajos que implican mover objetos aparatosos y que, ante el abrupto final de su ex programa en TV +, le vienen como anillo al dedo. Son también la razón por la cual Rojas invirtió en una camioneta Ford F-150 del 2022.
"Siempre ando buscando más edificios en los que trabajar con la empresa de aseo y también insto a la gente a que manden a lavar todas la alfombras que tengan. Hay que hacer más plata, por uno y por los compañeros", sostiene.
Otra decisión fue personalizar el vehículo, cuestión que - dice- se redujo a un tema de seguridad. "Me dije que si en algún momento nos roban la camioneta y hay algún seguimiento, va a ser más fácil identificarlo".
-Usted tiene sus empresas, lo que me imagino, ante el final del programa, le da cierta seguridad.
-Vengo de una familia de comerciantes ambulantes. Siempre he tenido el comercio en mi sangre, pero como que me demoré en descubrirlo, porque al principio no me gustaba mucho eso de andar cobrando puerta a puerta. Me costaba mucho cobrar plata. Por eso creo que siempre fui muy mal negociador en la tele, creo que nunca gané lo que realmente debía porque era como ¿Cuánto me quieren pagar? Y vamos.
-¿Cuándo le agarró el gusto?
-Cuando empecé a ganar concursos y fondos a través de Sercotec y otros, empecé a invertir. Y me di cuenta de que era un ingreso importante y que ya no dependía de la tele, o sea que no tenía que aguantar cosas y no tenía que ir a todas, sino que podía decir: quiero estar acá y eso me dio una libertad enorme, porque tiene que ver con aguantar ciertas cosas o con poner los puntos sobre las íes; eso te lo entrega a la independencia económica. Comencé a ver la tele como un lugar donde quería estar, pero donde yo ponía las condiciones.
-¿Qué tipo de fondos se ha ganado?
Nos hemos ganado todos con mi familia, pero yo personalmente gané el Semilla y el Crece.
-Aprendió a valerse más por sí mismo.
-Tengo una independencia económica que agradezco hasta hoy y que me enseñó que la tele es solamente un trabajo, como cualquier otro, solamente que más personas te ven. Aunque yo siempre he conocido del comercio ambulante. Soy conocido como el caserito en las poblaciones en todo San Bernardo, en El Bosque, porque yo era el casero que iba a vender y cobrar, entonces todas las señoras me saludaban desde que era muy guagua.
-¿Aumentó su carga laboral ahora que terminó Me Late?
-Siempre les he puesto las mismas ganas a todos los trabajos, nunca he dejado uno de lado por la tele. De hecho, he tenido que ir después del programa a destapar ductos de basura a un edificio, peinado y maquillado como puerta, y es muy divertido: imagínate que llego con los pelos parados a hacerlo. Pero cuando falta una entrada de dinero, me dan ganas de seguir haciendo más cosas.
-¿Le costó mucho la decisión de personalizar la pick-up?
-Mucha gente me decía que lo encontraba chabacano, pero yo dije que va con mi personalidad: si yo tengo el pelo de un color cada mitad, o sea el auto debe tener algún grado de locura. Así que le puse llantas negras con perlitas rojas que se ven solo a la luz, les pinté los cáliper de color rojo, le coloqué huinchas deportivas en el capó, techo y el portalón trasero. Y le apliqué una capa de revestimiento cerámico.
-Muy como usted.
-Hubo un momento en que quería ponerle mi nombre, pero me dijeron que cómo se me podía ocurrir eso, que era lo más peligroso que hay. Imagínate que alguien ve la camioneta que dice "Sergio Rojas" y me tiene mala, así que por eso no se lo coloqué.
-¿Siempre ha sido de autos grandes?
-Eso es porque en mi casa no somos tan buenos para manejar: nos estacionamos en cualquier lado, arriba de la vereda, en la berma, y mi mamá es la reina del parte por dejar el auto mal estacionado. Entonces un auto bajito no le sirve a nadie de mi familia.
-¿Le ha costado acostumbrarse a manejarlo?
-La verdad es que no, porque voy a lugares muy puntuales, no ando todo el día en él. Si me toca ir a un edificio a dejar maquinaria, siempre hay estacionamientos.