Un firme respaldo recibió en el Senado el proyecto que modifica diversas leyes para mejorar el combate al narcotráfico y el crimen organizado, que fue despachado a su tercer trámite el viernes pasado.
Durante el debate, los senadores coincidieron en la urgencia de legislar sobre este tema, sobre todo por la irrupción en Chile de bandas criminales extranjeras.
El consultor de seguridad estadounidense Douglas Farah, ex periodista del diario "Washington Post" y presidente de IBI Consultants, estaba en Chile ese día y siguió de cerca la noticia. Su área de investigación es precisamente el narcotráfico y el crimen organizado en Latinoamérica.
Farah asegura que el mapa de las organizaciones criminales y carteles de droga en la región está cambiando: como en un tablero de ajedrez, estos grupos se están moviendo a países donde antes no tenían presencia y se están reacomodando para abastecer nuevos mercados en Europa y Asia.
"En este momento, Chile es muy atractivo para estos grupos, porque es un país con mucha tecnología, gran infraestructura en puertos, una economía estable y un sistema bancario conectado globalmente. Y, además, tiene poca experiencia en la lucha contra el crimen transnacional", alerta.
"Creo que este es el comienzo de la llegada de los carteles mexicanos de Sinaloa o el Jalisco Nueva Generación, y de grupos como el Tren de Aragua (Venezuela) y otros disidentes de las FARC, que antes no se habían detectado en el país. Es gravísimo, porque están llevando a cabo un plan de expansión no solo en Chile; algo similar ocurre en Argentina y Ecuador. Esto será como un contagio, una onda expansiva en América Latina", vaticina.
-Este es un fenómeno nuevo en Chile.
-Chile no un transnacional Ecuador, Chile de droga. No puertos llega país isla ni está blindado del crimen como sus habitantes creían. Tal como históricamente fue un lugar de almacenaje son productores de cocaína, pero a sus la materia prima de China, para fabricar droga sintética. Ahora el negocio de la droga está apuntando a mercados en Australia, países de la ex Unión Soviética o Japón; Chile ofrece una salida hacia el Pacífico, una ruta comercial.
-¿Por qué está pasando ahora?
-Uno es el factor económico: el nuevo mercado que el narcotráfico quiere abastecer; en ese sentido, la ubicación geográfica de Chile, su sistema financiero robusto y la infraestructura de sus puertos son condiciones muy atractivas para el crimen organizado. Pero hay otros dos factores: la migración masiva de venezolanos que llegaron principalmente a Colombia y Chile; luego, la pandemia del coronavirus propició que estos grupos operaran sin problemas durante dos años y se expandieran, pues todos los gobiernos estaban tratando de contener la crisis sanitaria.
-¿Cómo cree que afectó la migración venezolana a Chile?
- Venezuela utilizó la migración (de 6 millones de sus habitantes) como un arma en la región. ¿Por qué? Nicolás Maduro ganó por partida doble: se liberó de esa población que requería alimentación, trabajo, atención médica e inundó de personas a Chile y Colombia, este último su enemigo. Al mismo tiempo, en esa ola migratoria aprovechó de exportar a sus criminales, con objetivos específicos para compenetrar diferentes países y establecer redes.
-No todos esos migrantes eran criminales.
- La gran mayoría de ellos no son criminales, pero creo que dentro de una estrategia de Estado de Venezuela también aprovechó de exportar a un grupo mínimo de criminales. Cuando Chile enfrentó la llegada de 400.000 o 500.000 personas que cruzaron la frontera, muchos de ellos sin antecedentes -y sin la colaboración de Venezuela para identificar sus identidades- pusieron al país en una situación imposible. En esa gran masa también llegaron integrantes de distintas organizaciones criminales de Venezuela, Colombia, Ecuador, México, etcétera.
-¿Cómo se puede combatir en Chile el avance del crimen transnacional?
-Lo primero es entender el fenómeno y crear las estructuras de inteligencia civil para poder monitorear y tomar las medidas necesarias basadas en las leyes. Chile ha sido muy insular y no entiende fenómenos de lavado de dinero en grande, infiltración de puertos, contrabando de estupefacientes a través de fronteras permeables y las redes criminales. Porque una vez que los grupos criminales establecen raíces, las consecuencias son terribles, como vemos hora en Ecuador, Centroamérica y Venezuela.
-¿Cuál es el perfil de estas organizaciones criminales?
-Estas estructuras transnacionales ya no son lo de Pablo Escobar o el Chapo Guzmán. Hay actores sumamente violentos, pero la metodología preferida es la corrupción, compra de voluntades e integración, mezclando lo lícito con lo ilícito. Ahora la pandilla mara MS-13, en Centroamérica, hasta tiene abogados, contadores profesionales y equipos técnicos que pueden hackear o usar la dark web. Dependen mucho de ex policías y ex inteligencia de los estados para entender cómo funciona su enemigo y tomar contramedidas. Todo es más complicado cuando son aliados de los estados mismos, como en Venezuela, Nicaragua, El Salvador, etcétera.