"Estábamos con mucho estrés y en un minuto agarré el
teléfono y le dije Pau, vámonos", contó la conductora Maca
Tondreau sobre el viaje para liberar tensiones junto a su
hermana Paulina. Eran solo ellas dos en Punta Cana.
Aunque esas mini vacaciones tenían componentes
emocionales significativos. Ambas habían pasado por una
situación familiar compleja: una operación reciente del
papá y una mamá de 86 años con algunas complicaciones
de salud, fueron las razones principales para tomar la
decisión de dejar en pausa el ajetreo cotidiano. Y nada mejor que hacerlo con
alguien que se conoce al revés y al derecho. Algo similar
ocurre con los viajes con amigos, pero no en grupo, sino
que cuando son solo dos. En muchos casos, cuando se
está lejos aparece una mayor conexión y cercanía. Como
si el viaje, en el fondo, fuera una expedición en la intimidad
de dos personas.
Efecto tándem
"Realizar un viaje con un amigo o hermano o amigo tiene
sus ventajas porque funciona esa persona como defensa
ante Io desconocido, un efecto tándem", comenta la
sicóloga Judith Álvarez. "Te apoyas en esa persona para
bajar ciertas angustias o miedos a Io que no se conoce.
Obviamente, debe ser una persona cercana, con quien
tengas similitud en gustos y opinión, eso sería ideal. Se
construye una identidad y una personalidad a raíz de estas
experiencias también", opina. Sobre el lugar, el contexto en
que se pueden establecer conversaciones más profundas
que otras, Álvarez dice que depende. "Si bien quizás la
relajación (por el viaje) baja el estrés, pero no
necesariamente cambia, Io que sí se arma son nuevas
historias con nuevos códigos que fortalecen la relación. El
nivel de profundidad de una conversación está más
vinculada a las circunstancias de cada persona, puede ser
en un viaje o en la vida habitual".
Volver a Quito
"Hermanos, en Io dulce y en Io amargo, aprendimos a
escucharnos y a entendernos sin mirarnos", cantaba
Pimpinela en una intensa melodía en homenaje a los
hermanos, ese vínculo sanguíneo que une para siempre.
La misma unión que tiene la periodista Carolina Contreras
Haye con su hermano Felipe. Un día, después de un
comienzo de año muy estresante, decidieron regresar a
Ecuador y visitar el lugar en el que vivieron hace 30 años.
"Vivimos II años en ese país. Yo hice casi todo el colegio
allá", dice la periodista. "Él iba más seguido a Quito que yo.
Lo que hicimos fue visitar todas las casas en las que
habíamos vivido antes, que eran tres. Recorrimos los
barrios a pie. Nos recordamos de los restoranes con las
que íbamos con nuestros papás. Fuimos a recorrer
algunos sitios que le gustaban a mi mamá, que había
fallecido hace un par de años, por lo tanto, el valor
simbólico de ver cada calle, fue super hermoso". Carolina
cuenta que cuando volvió a ver una casa en la que vivieron,
que para ella fue significativa, se emocionó: "Lloré a
mares, porque la señora además nos dejó entrar a la casa,
vimos lo que era mi pieza, el living, el escritorio, todo. En el
hotel alojamos juntos en la misma pieza. Creo que ha sido
una de las experiencias más importantes de mi vida",
reflexiona. Considera que hay que darse el tiempo para las
personas que estuvieron antes de formar una nueva
familia con hijos porque "como que hay otra dinámica. En
cambio, acá es como que conversas tú con tu hermano y
es una conversación diferente. No estás en Io cotidiano.
Estás hablando de lo profundo de lo que ha sido el lazo
afectivo. Entonces darse ese espacio es fundamental",
comenta.
Memoria emocional
La diferencia entre un viaje con un amigo que con un
hermano es que cuando hay un vínculo familiar "es una
regreso a las raíces. Lo que cambia es que con un amigo
esa familiaridad se va construyendo y se puede fortalecer
en estos viajes de dos personas", dice Maria José Gré
Altermatt, sicóloga de Psyalive. "Se fortalecen en términos
afectivos, de poder secretearse, con eso se aumenta la
complicidad y se puede llegar a niveles de intimidad
desconocidas. Poder ver con qué ojos miran el mundo, en
qué se centran, cómo ser cómplices", explica. "Durante un
viaje se puede conocer al otro de una mejor manera,
porque están sus sueños, sus ideas en la distensión, no
solo en el trajín diario. Es bueno recopilar estas
experiencias porque uno puede ir acumulando una especie
de memoria emocional con hermanos o amigos", dice la
sicóloga.