Más de mil quinientos punzones, estoques, sables, puñales, lanzas y cuchillos confeccionados con materiales adaptados, de diferentes dimensiones y diseños, conforman el núcleo principal de Hechizas , exposición de Demian Schopf que se inaugura hoy jueves en el Museo de Arte Contemporáneo, MAC, del Parque Forestal.
La muestra representa una temática carcelaria atávica que tiene que ver con las armas con que cuentan los reclusos mientras cumplen sus respectivas condenas. En este caso, se trata de objetos decomisados y recopilados en centros penitenciarios del país y que quedaron a disposición del artista luego de un complejo trámite burocrático.
"Cuando vi estas armas, dije, 'puestas sobre un plinto o presentadas de otro modo perfectamente podrían ser esculturas abstractas que están vendiendo en una feria de arte'. Entonces, lo único que hace la diferencia es el contexto", dice el artista, quien desde 2014 trabaja con estos objetos.
Ese año, Schopf participó en una exhibición colectiva itinerante llamada Valija diplomática low cost , en que incluyó su obra "Escultura#l", consistente en un punzón que luego de una certificación formal pudo formar parte de la colección, al ser considerado cabalmente una obra de arte. De ese trabajo se exhiben ahora los certificados del Reino de España y fotografías del arma desprendida de su esencia original.
Este ejercicio de modificar el uso de un elemento hecho para matar se multiplica cientos de veces en el montaje, que estará disponible hasta mediados de enero. La multiplicidad de estoques artesanales se complementa con videos, insumos para la fabricación de estas armas y objetos penitenciarios.
El artista incluyó también teléfonos móviles averiados que recolectó en varias fuentes. "Compro celulares con la pantalla trizada, pero que aún funcionen", fue el mensaje que Schopf publicó en su Instagram para completar esta tarea, que alude a los métodos de comunicación que los reos implementan para superar el aislamiento y mantener en marcha sus negocios en el exterior de las celdas.
Según el autor, "en la cárcel se fabrican elementos punzantes hasta con cepillos dentales. Les quitan las cerdas y les afilan las puntas. En ese contexto, un cuchillo carnicero comprado en una multitienda equivale a algo más que un implemento de cocina".
La sobrevivencia de los reclusos se materializa en la fabricación de elementos de defensa personal. Schopf ha dado fe de la existencia de armaduras hechas con baldes plásticos y corazas confeccionadas "con biblias abiertas de par en par, mediante hilos de alambre, hasta formar una pechera que protege al reo de las estocadas del rival".