Si hubiese que reconstruir el mapa laboral de Magda de Quevedo, sería algo enredado.
Verá: partió a los 17 años con una inscripción en el Servicio Militar, cuestión que hizo para aprender de la disciplina que se jacta tener hasta hoy. Dice ser en extremo puntual, entre otras cosas.
Luego de concluir el servicio, optó por irse a la Fuerza Aérea con la idea de convertirse en piloto de guerra, por razones más bien estratégicas. "Visualicé un futuro más independiente que sí estaba en la escuela, tenía mejores oportunidades laborales fuera, porque en general la carrera de piloto es de las que vale afuera".
Para De Quevedo fue una oportunidad de crecer, dice que nunca había salido de la casa de sus papás, ni siquiera le daban autorización para hospedarse donde alguna amiga. "Me ayudó mucho a madurar y hacer las cosas sola".
Después de seis meses decidió retirarse de la escuela. En parte por algunas razones que prefiere no comentar y en parte porque era demasiada la exigencia. Pero eso causó algunos problemas en su familia. "La única que me apoyó siempre fue mi mamá, pero no tanto mi papá, que estaba decepcionado de mí, porque él me pagó la escuela y cuando uno se sale tienes que pagar una fianza. No me acuerdo de cuánto, pero eran como todos los años, son primas súper altas. Mi papá no me habló como en un año".
-O sea que se molestó bastante.
-Sí, mira, yo creo que por un tema monetario y porque de verdad que cuando a mí se me pone algo en la cabeza, lo hago y todos me decían que no postulara a la escuela, y lo hice igual y quedé. Me dijeron todo lo que me iba a pasar, que me iba a retirar, etc... Pero fui y no me arrepiento.
El mapa laboral
Pero lo de su enredado mapa laboral tiene que ver con otra cosa. Magda De Quevedo tiene varias carreras a su haber: es profesora de gimnasia, técnico en enfermería, cosmetóloga y nutricionista. Hoy, es la directora de su propia clínica estética, Acorpus, donde dice tener la agenda llena de clientes.-De todas sus carreras, ¿Cuál es su favorita?
-Cosmetología, me gusta todo lo que tenga que ver con el envejecimiento. Cuando tratas patologías en la piel de alguien, como el acné, y después ves las mejoras, me llena un montón.
-Y, ¿la que menos?
-Educación física, no me gusta por el campo que tiene: hacer clases en un colegio o en un gimnasio, y eso no es de mi agrado. Como a los papás no les interesa que a los chicos les vaya bien en esa asignatura, no hay cultura sobre actividad física.
-Usted me dice que no estudió en universidades de elite ni nada.
-Ninguna universidad de renombre ni nada, en el colegio no tenía las mejores notas. Di la PTU, y quedé en Valparaíso, pero mis papás no me autorizaban a ir ni a la esquina. Yo tengo a veces alumnas de universidades que no son tan prestigiosas y se sienten súper menos porque creen que no van a lograr casi nada y que su currículum no vale.
-Pero usted lo logró.
-Me gustaría inspirar a aquellas personas que a veces no tienen todas las posibilidades no sólo de ingresar a la Chile o a la Católica, yo vengo de una familia en que somos varios hermanos, cuando yo me puse a estudiar, mi papá vendió un estacionamiento para pagarlo.
¿Crisis vocacional?
Abraham Yáñez Ortega, Subdirector de Gestión de Personas de la Universidad Bernardo OHiggins, cree que no es muy bueno estudiar demasiadas carreras, sobre todo si son muy diferentes entre sí. "La tendencia actual de las organizaciones es demandar profesionales con especialización y experiencia previa en ciertas áreas claramente definidas. También está la desventaja del alto costo económico y tiempo invertido, más aún cuando la persona no logre desempeñarse en alguna de ellas".-¿Qué le sugeriría a alguien que le interesan cosas muy diferentes?
-Que puedan buscar un enfoque profesional y especializarse en ese ámbito, para ello existen programas de diplomados, magíster, doctorados. Que vayan tomando en cuenta, además, múltiples factores, tales como la tasa de empleabilidad de la carrera, la compensación del mercado, la oportunidad de crecimiento y desarrollo, la movilidad.