"Después del último partido que jugamos con Iquique de local muchos amigos, ex compañeros y familiares me llamaron para preguntarme si es que me iba a retirar del fútbol. Tuve que ir a ver la entrevista que di para saber si había declarado mal, pero ahí dije que pensaría después de que terminara el campeonato cuál sería mi decisión".
Gustavo Lorenzetti (37) reconoce que el momento de colgar definitivamente los botines está a la vuelta de la esquina. El argentino nacionalizado chileno, que llegó en 2006 al país para defender a Coquimbo Unido y tener una destacada trayectoria en Universidad de Concepción y, posteriormente, en Universidad de Chile, cuenta que después de las vacaciones en Rosario, junto a su esposa Cecilia Gulisano y sus hijos Santiago, Bianca y Sofía, aclarará su cabeza al respecto.
-Una imagen habla más que mil palabras, Gustavo. Se lo vio bastante emocionado en ese último partido en el Tierra de Campeones.
-Esas lágrimas fueron porque fue un año durísimo, pasaron cosas. Pasó el tema cuando apedrearon el bus, aunque yo no iba. No fueron momentos fáciles. Cambios de entrenadores, zafar del descenso. Salió toda la angustia, además estaban mis viejos en la tribuna. A ellos los invité especialmente porque no conocían Iquique. Se mezcló todo y por eso se me cayeron mis lágrimas.
-¿Qué será de su vida?
-Ahora en estas vacaciones y estando en Argentina pensaré bien los pro y los contra de seguir. También necesito ver qué dice la familia y ver la posibilidad de quedarnos allá en Argentina. Después va a depender de las propuestas que pueda llegar a tener. Si hay algo que me interese y me motive, pero sobre todo que tenga que ver con el entrenador.
-¿Cómo así?
-Que me pida un entrenador expresamente, más que un dirigente. Eso es fundamental para mí y, si no llega nada que me convenza, que me guste y que pueda disfrutarlo, no me voy a hacer problemas, cuelgo los botines y me quedo a vivir definitivamente en Argentina. Físicamente me siento bien. Jugué más que el año pasado. Me realicé en Santiago una isocinética para hacer balances, se corrigió. En ese sentido me siento bien.
-Pero está cerca el retiro.
-Me siento preparado para retirarme o para seguir. A nosotros los jugadores nos cuesta y seguramente no será fácil, pero me siento preparado si el día de mañana no hay nada que me guste o si la familia me dice nos quedemos en Argentina. Estoy preparado.
-¿Cómo se prepara?
-Lo vengo pensando, analizando y charlando desde el año pasado. Me he preparado asistiendo al sicólogo para mi retiro del fútbol.
-Buena idea.
-En una etapa en la U fui al sicólogo y sentí la necesidad de hacerlo ahora. No es habitual que vaya, sino que cuando tengo la necesidad. No creía en los sicólogos. Me acuerdo de esa primera charla. Le dije: 'Vengo casi por obligación porque no creo en esto". "Tranquilo -me respondió-, acá los que menos creen son los que salen ayudados". Esta vez tampoco fui por algo puntual, pero ya enfocado en la finalización de mi carrera como jugador. Creo que eso me ha ayudado mucho a abrir la mente. Y también pasa por un tema familiar. Cuando digo familiar no me refiero solamente a mi mujer y mis hijos, sino que también a mis papás (Rubén y Susana) a mis hermanas (Karina y Sabrina). Si bien esta es la vida que yo elegí, tiene sus contra.
-En su caso, ¿cuáles?
-El tiempo que uno pierde sin estar cerca de los suyos no lo recupera más. Si mañana tengo que retirarme, podré disfrutar de cosas que me he perdido en el último tiempo.
-¿Y en qué se proyecta?
-No tengo muy claro eso. Pero sí tengo claro que para ser entrenador no. Siento que es prácticamente la misma vida de un jugador y peor todavía porque hoy los proyectos no existen. Los resultados mandan. Me imagino yéndome a un lugar con mi familia y, si pierdes, a los dos meses te tienes que ir, tienes que cambiar de colegio a los nenes y la verdad que no quiero pasar por eso. Quizás vea algo como una gerencia o scouting . Cuando me retire voy a pensar para dónde ir.