"Recibimos el llamado telefónico de una mujer: se estaba realizando la poda de unos árboles ornamentales en el club militar que está en un lado de la Plaza de Amas de Punta Arenas. Ella pudo percatarse de que justo donde estaban cortando las ramas había un nido de bandurrias", cuenta Rodrigo Molina, médico veterinario del Departamento de Recursos Naturales de la Dirección Regional del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).
Funcionarios de esa institución acudieron al lugar y les informaron, a la empresa que estaba haciendo el trabajo y a los responsables del club, que la Ley de Caza resguarda a las bandurrias. "Está prohibido en toda época levantar nidos, destruir madrigueras y recolectar huevos de especies protegidas", explica.
El nido, sobre un ciprés, estaba "activo"; es decir, tenía crías y sus padres se mantenían muy cerca. "Los adultos estaban alrededor del lugar donde se estaba haciendo la poda y los pichones afortunadamente se mantuvieron así, bien estoicos en el lugar y no se desplazaron, porque existía el peligro de que se estresaran y abandonaran el nido en forma anticipada. Sin estar listos para volar, se hubiesen caído", asegura.
Las bandurrias tienen un plumaje colorido y el pico curvo. Como sus nidos son grandes, deben afirmarse bien sobre ramas gruesas.
"Se debe esperar que estos animales completen su desarrollo y abandonen el nido en forma autónoma. Una vez que los pichones estén en condiciones de volar libremente, ahí se pueden hacer los trabajos de remoción y de poda de estos árboles, que también obedecen, me imagino, a un criterio de seguridad, porque ya son bastante grandes", comenta.