Los clásicos rivales de Forestal hoy no están para pierna fuerte. El Huracán Sur perdió su cancha y su sede, con todos sus trofeos, y los dirigentes del club abrieron lo que quedó en pie para recolectar ayuda. El Olímpico tuvo una suerte similar.
"Había rivalidad, como siempre en el fútbol de barrio, pero hoy eso ya no existe y más en este tipo de situaciones. Están unidos ambos. Todos se dan la mano", cuenta Moisés Villarroel, quien jugó en el Olímpico hasta los 13 años, cuando pasó a Santiago Wanderers.
El famoso volante que en sus inicios jugó de delantero estaba en su casa de Forestal cuando vio las primeras llamas, cerca de las 18:20 de este jueves.
"Ya a las siete estaba todo acá en las tomas, en la Población Puerto Montt. Después, en cosa de segundos, estaba todo consumido y el incendio se había acercado a gran parte de la zona de El Tranque", recuerda.
Las llamas, avivadas por el viento, cambiaban de dirección constantemente. El incendio forestal era un torbellino.
"Fue terrible ver la forma en que avanzaba el fuego. Era incontrolable todo lo que estaba pasando. Vi desde mi casa que el fuego estaba en el cerro detrás de donde vivo y parecía que nunca iba a llegar acá abajo, pero en cosa de minutos lo teníamos en nuestro cerro", cuenta.
"Es sumamente angustiante ver que se empieza a quemar tu cerro, que no sabes para donde va a seguir el fuego, que no sabes en qué momento vas a tener que salir arrancando, porque no puedes hacer nada contra la naturaleza. Es desesperante", resume.
La noche del jueves, el ex jugador de la Selección recibió en su casa a una familia amiga que arrancó con lo puesto y con sus animales.
La huida, la noche del jueves, fue un caos. Los que tenían autos se subieron en ellos y partieron. Los vehículos desbordaron las calles de doble sentido en Forestal. Todos huían en la misma dirección.
"Vi mucha gente desesperada gritando. Estaba todo congestionado. Nada se respetaba, por la desesperación de la gente. Era algo natural. No podíamos esperar que se respetaran las leyes del tránsito", reconoce.
Se ponen de pie
La mañana del viernes, el panorama era sobrecogedor: "Vienes a Forestal y es como si lo hubiesen bombardeado. Está todo en el suelo. Hay casas que quedaron paradas, porque el viento no las tomó. Es devastador".Recordó lo que vio cuando fue a ayudar a la gente que había perdido sus casas en el gran incendio de Valparaíso el 2014.
Esta vez, en su barrio, con la luz del día siguiente también descubrió algo que le llamó la atención.
"Quienes compartieron conmigo en el club donde me inicié, todos cambiando el chip. La mayoría tenía su terreno despejado. Ya en la mañana estaban trabajando y tenían todo limpio", explica. "Es un chip que creo que lo tiene incorporado la gente de la zona. Muchos me comentaban que qué sacaban con seguir lamentándose, si ya fue. Me decían que tienen que pensar en cómo reconstruir esto y tratar de avanzar de buena manera".
Eso sí, faltan camiones para retirar los escombros. "Hoy todo es más caro, cuesta más que antes, pero no pierden la fe en que se van a levantar igual. Hoy, mañana o pasado, lo van a hacer igual", dice.