Patricio Toledo cuenta que el propósito de pedir pega en las redes sociales fue, en primer lugar porque, a sus bien mantenidos 60 años, se siente con las ganas, y, en segundo orden, para darle a conocer a la familia del fútbol que le queda mucho por aportar, sobre todo en el crecimiento de futuros arqueros en el fútbol chileno.
"Puedo resistir un año sin pega por lo que he logrado obtener, pero ese no es el tema. Lo que me apasiona es estar en una cancha y por eso tomé la decisión de buscar trabajo por las redes sociales. Quiero seguir aportando en el fútbol, por eso me atreví", dice el ex portero de Universidad Católica y la Selección.
Toledo se mueve rápido y en su cuenta de Instagram (@pato_toledol) está promocionando clases específicas de arqueros para adultos los martes y los jueves a las 19 horas en el Magic Padel, ubicado en San Bernardo.
Quien fuera el mejor arquero de América en 1991, cuenta que a fines de diciembre terminó su vínculo de dos años con Palestino, donde se desempeñó en las series menores. Previamente estuvo durante 12 años en Audax Italiano, donde le llamó la atención la manera en que salió del club.
"Cuando llegó el Coto Ribera a Audax en 2018, él venía con su propio grupo de trabajo. Pensé que no seguía, pero la familia Antillo me propuso trabajar en el fútbol joven. Trabajé dos años y me fui por necesidad de la empresa. Ahí me moví por todos lados. Incluso hablé con lan Mac Niven para trabajar en la Selección, pero no se dio", comenta Toledo.
-¿Ahí aparece Palestino?
-Claro. Y fue raro porque me contrataron en febrero de 2020 y vino la pandemia. Despidieron a varios entrenadores del fútbol formativo y yo me quedé. Incluso me mantuvieron el sueldo. En ese sentido, no tengo nada que decir. Trabajé un año presencial con los chicos y me dijeron que no seguía, también por necesidades de la empresa. Me pareció extraño porque me pagaron siempre, aunque sé Io que pasó. Me Io imagino.
-¿Qué se imagina?
-Llegó gente al club que se hizo cargo del fútbol joven y no tuvimos comunicación o feeling y, lamentablemente, optaron por despedirme. No tuve la posibilidad de poder hablar porque quedé helado cuando me dijeron que me tenía que ir. Me fui agradecido y con la conciencia tranquila porque yo trabajaba. Para mí es una cuestión personal con el jefe técnico que llegó.
-Estima que fue un aporte.
-Sí, llegué a bajarme el sueldo en relación a Io que ganaba en Audax, donde en 50 años no salieron jugadores de la cantera para jugar al arco. Ahora los tres arqueros son de la cantera y ese trabajo lo hago bien porque lo hago con pasión. Trabajé con arqueros que fueron figuras, como Nico Peric, Johnny Herrera. Al Oso Sánchez le decía que tenía una empanada en el pie porque no le pegaba bien a la pelota, pero terminó siendo uno de los mejores del campeonato. Eso me tiene tranquilo y la gente no lo sabe.
-A sus 60 años, quizás lo ven como retirándose a los cuarteles de invierno.
-Al contrario, yo me siento con más ganas porque me ha tocado estar en el fútbol profesional y formativo. Y me da pena Io que está pasando en el formativo. Conversando con gente del fútbol joven, molesta que los dirigentes no se den cuenta que aquello no es un gasto, sino una inversión. Mientras ellos no lo adviertan, no vamos a dar pasos adelante. Algunos dicen que no hay arqueros y que Claudio Bravo va a jugar hasta los 60 años porque no surgen nuevas alternativas. La gente no sabe que los preparadores de arqueros están trabajando con cuatro series en los menores. No sé cómo Io hacen.
-¿Universidad Católica nunca le ofreció trabajo?
-Siempre quise, ya que no pude terminar ahí mi carrera como jugador. Siempre pensé entregar eso al club que me vio nacer. Nunca se ha dado la posibilidad pero no he perdido la esperanza, aunque no depende de mí. He conversado con gente de la UC y uno piensa que es el más fuerte económicamente, pero no es así. Yo la mitad de mi vida estuve en Católica hasta que salí en 1996.
-¿Qué fue del osito?
-El osito murió. Ese peluche se regaló en los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Angeles. Los arqueros tenían como cabala peluches detrás del arco, pero no como el mío. Los de ellos eran grandes. Tony Meola llevaba un siberiano de un metro. Y el de Canadá (Tino Lettieri) llevaba un papagayo. De vuelta en Miami, Juvenal Olmos me preguntó si usaría uno si él me lo regalaba. Le dije que sí y Io usé como dos años hasta que Rubens Nicola Io mandó a la galería de la U. Y lo único que quedó fue una foto junto a mi hijo Rubén. Después me mandaron como 20 peluches para la casa, pero nunca más ocupé uno.
-¿Rubén, su hijo, es el que lo convirtió en abuelo?
-Rubén ya tiene 38 años y es preparador físico. Él me dio a mis nietos (Said y Agustina), que son la razón de vivir junto con mi familia. Estoy feliz con mis otras dos hijas: Belén (32), que es abogada, y Carlita, que está estudiando educación física. Yo me separé y producto de mi relación con Elizabeth llegó Carlita, quien es seca para el vóley.
-¿Dónde se conoció con Elizabeth?
-En el fútbol, ella también es profesora de educación física. Por intermedio de amigos la conocí en un cumpleaños, fuimos amigos y después iniciamos nuestra relación. Me cambió la vida con mis nietos, ellos son mi motorcito.