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Seremi de Medio Ambiente explica por qué el agua del lago Villarrica se puso así de verde

La imagen prototípica del sur de Chile, la razón por la cual la gente sale arrancando de Santiago en verano, es el lago de aguas cristalinas, el cielo azul prístino y puro, el volcán nevado de fondo y nada de contaminación por ninguna parte. Pero desde hace una semana circula por redes sociales una inquietante imagen que parece la antítesis de todo eso.

Se trata de un video captado por un dron donde se ve una playa de Pucón, en la región de la Araucanía, atestada de gente hasta los bordes, pero con las aguas del lago Villarrica que la bañan de un color verde radiactivo, que invitan a cualquier cosa menos a tirarse un piquero.

El seremi de Medio Ambiente de la Araucanía, Félix Contreras, dice que para explicar este fenómeno hay que hacer un poco de historia.

La primera vez que a la Seremi de Medio Ambiente le llegó un reporte de este tipo fue en 2013. En un estudio científico preliminar se concluyó que se trataba de una sobreabundancia de microalgas y que su aparición se debía a un "exceso de nutrientes", principalmente nitrógeno y fósforo, un eufemismo para no decir que se debía al vertimiento de desechos humanos.

Contreras aclara que este tipo de alga es propia del lago, "es decir, no lo trajo un agente externo", y que es normal que tengan períodos de crecimiento, sobre todo por el aumento de temperaturas y la falta de viento; aunque aquí, reconoce, fue potenciado por ciertas acciones humanas. Más concretamente, por dos: por la ausencia de un tratamiento de aguas servidas en la localidad de Curarrehue, cuyos desperdicios llegan íntegros al lago, y por la acción de industrias de la piscicultura, ubicados en la parte alta del río Pucón.

Así, desde 2013 el color verdoso ha reaparecido todos los veranos con distintas intensidades, aunque con un detalle: debido a la dirección de las corrientes del lago, solo se ve en las playas de Pucón.

Carlos Olave, administrador municipal de la comuna Pucón, dice que ha habido años en que la coloración verdosa ha durado una semana y otras veces, apenas un día. "Suele aparecer en el sector de La Poza, pero cuando hay mucha floración, también aparece en El Canelito y en la Playa Grande de Pucón", cuenta.

Con todo, lo más preocupante de estas microalgas es que generan una toxina llamada microcistina, la cual -de alcanzar ciertas cotas- podría afectar la salud humana. Contreras dice que, según la Organización Mundial de la Salud, sobre los 20 microgramos por litro de agua, la microcistina podría producir problemas intestinales y alergias cutáneas, pero que los parámetros máximos detectados por la Seremi de Salud solo han llegado hasta los 10 microgramos por litro.

"Hasta el momento", agrega Olave, "en Pucón no hemos sabido de ningún caso de reacción alérgica o de otro problema de salud atribuible a la presencia de las microalgas".

Alerta a veraneantes

De todas maneras, la Seremi de Salud lanzó un instructivo destinado a los veraneantes para que estuviesen alertas a los siguientes síntomas: ardor, picazón, irritación o enrojecimiento de la piel; irritación de ojos o de oídos; dolores de cabeza y musculares, además de náuseas, vómitos o diarrea.

La Seremi de Medio Ambiente, en tanto, dispuso una especie de semáforo de advertencia, en donde la luz roja, que implica peligro, significa que el agua del Villarrica presenta "una masa verde amarillenta o marrón con aspecto de nata". La luz amarilla, en tanto, es cuando hay "una presencia visible de algas en forma de manchones"; mientras que la luz verde es cuando el agua es cristalina. El lago solo es apta para el baño con la luz verde del semáforo.

Eso en el corto plazo. En el largo plazo, Félix Contreras dice que está en marcha una consulta indígena en la zona, último trámite para aprobar el anteproyecto del plan de descontaminación del Iago, cuyo monto asciende a los 104 millones de dólares, el cual pretende eliminar la fuente de los nutrientes de las algas. Es decir, contempla la creación de una planta de tratamiento de aguas en Curarrehue, entre otras cosas.

"Pensamos que en 2023 podría aprobarse el proyecto y en un plazo de diez años cumplir con todos los objetivos que se propone", dice Contreras.

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