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El sueño truncado de la mujer que murió atropellada por asaltantes

A las cero horas con 15 minutos del miércoles, Lisette Gutiérrez Montero salió de su casa a comprar comida porque estaba tan reventada de tanto trabajar, que no tenía ánimo ni tiempo para cocinar.

Pero estaba feliz. A principios de año le salió el subsidio habitacional y estaba juntando plata para pagar la casa. Desde hace un año trabajaba como guardia de seguridad en la Embajada de Israel tomando todos los turnos imaginables. Si alguien pedía día libre, se ofrecía de inmediato para reemplazarlo. Alguien pedía vacaciones, Lisette lo cubría. Mañana, tarde y noche, todos los días. Y antes de eso fue ama de llaves, vendedora en un kiosco, empleada de casas particulares...

Aún así, al final del día, cansada hasta el desmayo como quedaba, cumplía con la sagrada rutina de pasar a ver a su hijo de 23 años que vive con su padre y su abuela, para luego irse a su casa, que queda a pocas cuadras, donde vive con su hija de seis años, por la que se derretía.

El que cuenta todo esto es su hijo de 23 años. Viene llegando junto a su padre del Servicio Médico Legal donde fue a buscar el cuerpo de su madre, pero no se lo entregaron. Venga mañana, le dijeron.

Con los ojos hinchados de tanto llorar, arrasado por la tristeza, piensa que el destino les pudo haber dado una ayudita aquella noche. Su madre pudo haber salido de la casa un par de minutos después o un par de minutos antes, da lo mismo. Quizás así no estarían hablando de ella en pasado, sino en presente y futuro.

Minutos antes de que Lisette saliera del local de comida rápida donde fue, un grupo de adolescentes asaltaba al dueño de una botillería ubicada a un par de cuadras de allí, en avenida Grecia con Frontera, en la comuna de Peñalolén. Le robaron una camioneta Chevrolet Silverado y arrancaron por Grecia hacia el oriente. Al llegar a avenida Los Molineros, dieron una vuelta en U para seguir por Grecia hacia el poniente, pasándose una luz roja. En ese preciso tramo, en ese segundo fatal, Lisette iba cruzando la calle con las bolsas.

El golpe fue frontal, de lleno. Los asaltantes escaparon por Grecia dejando el cuerpo inerte de Lisette tendido en la calzada. Cuando la ambulancia llegó al lugar, ya no tenía signos vitales.

La camioneta aparecería la mañana del miércoles en la comuna de La Pintana, sin sus ocupantes.

Una vecina de Lisette, una señora de edad que atiende un kiosco, dice que ha llorado todo el día, porque conoce a Lisette desde que era niña. "Antes aquí no pasaban estas cosas", dice. "Esta avenida, Los Molineros, era tranquila. Los niños jugaban tranquilos en la calle. Ahora una sale y no sabe si va a volver a la casa".

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