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Kike Acuña, regalón del bótox

Más allá del procedimiento y más allá de la técnica utilizada, hay un deseo que coexiste en el alma de Kike Acuña hace más de 20 años y que se activa cada vez que se mira al espejo.

"Soy muy vanidoso, muchas veces me siento bonito, otras veces más feo, pero me gusta verme bien para mi esposa", dice el ex futbolista de 45 años, quien hasta junio fue entrenador de Santiago City (Tercera División) y que en las próximas semanas lanzará su libro de memorias, "Sobreviví". "Lo que sí, es que soy muy miedoso con todo Io que tenga que ver con las operaciones. No me gusta la sangre, las curaciones, nada de eso. Toda la vida fui muy cobarde", complementa.

Para poder cumplir sus anhelos estéticos -pero sin pasar por el quirófano-, Kike Acuña tomó la decisión de inyectarse bótox por primera vez a los 24 años para mitigar ciertas imperfecciones que, según él, tenía en el entrecejo. Lo hizo sin entender mucho el procedimiento. "La primera vez todo bien, pero la segunda no me gustó mucho porque me quedó una ceja levantada y parecía gato", rememora.

¿Qué tipo de gato?

"Un gato, de estos que dicen miau. Me quedó súper extraño y le agarré mucho respeto".

Por lo mismo, y con el temor latente que su rostro perdiera expresiones y adquiriera el semblante de una marioneta de ventrílocuo, Acuña les hizo el quite a los tratamientos faciales durante varios años, hasta que conoció a la doctora Renata Barra y ahí entró en un espiral que -dice- disfruta de forma genuina. El 2020 atacó sus arrugas y se inyectó ácido hialurónico y esta semana apareció en la misma Clínica Dermodent (@dermodencl) haciendo una live en Instagram mientras se sometía un nuevo procedimiento: una rinomodelación para que la nariz se le viera más derecha. Entremedio, por cierto, se instaló varias veces en la camilla y recibió otros retoques faciales.

"Me hizo nuevamente rejuvenecer y los resultados me siguen gustando. Y verme bien me encanta. Finalmente es como cortarse el pelo, para la gente que tiene pelo, es refrescar mi aspecto y verme bien, en la medida que se pueda. Ya me he hecho varios tratamientos y asumo que cada vez me gusta más. Ahora en 15 días más tengo que hacerme un retoque y quedar 100 puntos. Y reconozco que verme bien es medio adictivo porque me encantan los resultados, porque además no me opero ni sufro dolores. Me veo bien en una hora. Y sí, es adictivo. Pero me pasa sólo con esta doctora. De hecho me tapó unas ojeras y quedaron a la pinta", señala.

¿No has pensado en que es mucha cosa la que se mete en la cara?
"Es que mira los resultados. ¿Se ve mejor, no? Esa es la gracia. Ella me puso un líquido en la parte de los pómulos y a la altura de la boca y las mejillas. Y se expande estirando tu cara. Yo lo encontré fabuloso y por eso sigo yendo. Me he hecho más de cinco tratamientos y no he tenido problemas. El último fue una armonización facial.

"Para los hombres siempre fue un tabú, pero ahora los tratamientos populares en hombres son arrugas en la frente, ojeras y nariz. Kike es muy buen paciente, él se entrega y tiene mucha tolerancia hasta el punto de pincharse en vivo y ni siquiera pestañea cuando se le inyecta el bótox. Él siempre busca momentos especiales para hacerse una manito de gato", señala la doctora Renata Barra.

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