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Willy Semler

La verdad es que aún no recibo el impacto emocional, integral, digamos holístico, de lo que me pasó. Ojalá no venga.

Willy Semler, actor, 64 años, tres hijos, sentado en el living de la casa de su pareja, cerca de la calle Manuel Montt, se declara un tipo melancólico, que ha convivido toda la vida con la terapia psicológica. Por eso se entiende ese deseo de que no haya un impacto emocional tan grande, uno que lo pueda mandar, como él dice, “a la cresta, digamos”.

También explica que no quiere darle tantas vueltas a lo que le pasó.

—Soy un tipo tímido, que tiene antropofobia, es decir, rehúyo de la gente. Entonces que te digan que te comportaste de tal manera o que abusaste de alguien, es algo muy lejano a mí. Y sí, claro, la vida a uno le cambia completamente después de algo como esto.

Y así fue. De hecho, en enero de este año, Willy Semler vivía, según sus propias palabras, su “mejor momento”.

—Estaba en funciones con la “Lluvia constante”, una obra de teatro en el Centro de Arte Zoco, en La Dehesa. El éxito era atronador, atronador. Yo pensaba “esta es la mejor interpretación de mi vida”, y mis coetáneos decían, “huevón, sí, es la mejor”. Además, había grabado la serie “Los Robinsones”, en donde hago del papá de la Itziar Ituño, la policía de la “Casa de Papel”, una producción internacional para una plataforma, y se iban a estrenar dos películas, La anunciada muerte de Willy Semler y El fantasma. Además, estaba en la teleserie de Chilevisión, “Dime con quién andas”. Estaba literalmente a tope.

Pero en marzo, una acusación de abuso sexual y emocional por parte de una exasistente vino a cambiar todo. Tras eso, lo sacaron de la obra y de la teleserie y las películas tuvieron que retrasar su estreno. Y entonces, al actor le tocó enfrentar un rol que desconocía: el de funado o cancelado.

—Te lo digo de verdad: jamás, pero es que nunca, jamás, pensé que me podía llegar a pasar algo así. Ha sido devastador.

Sucedió en marzo a través de redes sociales: una mujer, que se identificó como “Curura”, comenzó a subir historias a su Instagram en las que denunciaba un supuesto acoso sexual y decía que estaba embarazada de cuatro meses de Willy Semler. Días después, la joven (de 27 años) lo acusó en la Fiscalía Metropolitana Centro Norte por delitos de violencia física, psicológica y sexual en el marco de violencia intrafamiliar, y en la 1a Comisaría de Santiago, por violencia psicológica.

Tras cinco meses, en agosto, la Fiscalía desestimó las denuncias, “por carecer de méritos suficientes”, y cerró la investigación. Pero para Willy Semler, el episodio está lejos de cerrarse porque, según dice, hay cosas que nunca se supieron y que le tocó vivir a él y su pareja que describe como horrorosas. “Acá hay muchas mentiras y un acoso tremendo”.

El actor recuerda detalles de su relación con la mujer. Dice que la conoció a principios de 2022, a través de otro conocido rostro de teatro y TV, Julio Milostich.

—Él me dijo que una amiga le había ofrecido trabajar en la Municipalidad de Recoleta. Ella era gestora cultural de la municipalidad y estaban buscando a alguien que se hiciera cargo del Departamento de Cultura. (La contacté) y esta niña me dice: “El alcalde te va a llamar, somos del Partido Comunista, pero nadie te va a pedir que milites”. “Ah ya, menos mal”, respondí porque obvio que no lo iba a hacer.

A los pocos días, cuenta Semler, la joven le dijo que había renunciado al Partido Comunista y que había perdido el trabajo.

—Ahí nos empezamos a hacer amigos, porque teníamos un feedback muy bueno en la conversa, a nivel cultural, me resultaba muy afín, había una conexión en ese sentido. Y entremedio, me contó que lo estaba pasando muy mal porque como había sido expulsada, estaba durmiendo en un hostal refugio para personas pobres, pero parece que todo eso era mentira.

Willy Semler se queda en silencio y dice:

—Bueno, también me dijo que era nieta de Nicanor Parra, hija del Barraco Parra. A estas alturas ya no sé qué es verdad y qué es mentira.

—Pero en esa época usted le creía.
—Yo le creía, porque el par de veces que vi al Barraco los vi en una buena relación. También me contó de su historia familiar con abusos en su infancia, una historia digna de Justine y Juliette del Marqués de Sade; o sea, una vida muy oscura, muy desgraciada en todos los sentidos.

Willy Semler, dice, nunca había tenido un mánager o representante, le daba vergüenza. Pero decidió ofrecerle el trabajo a ella para ayudarla.

—Es que estaba en una situación muy precaria. Entonces le dije: “sé mi asistente, te encargas de mi agenda, de las negociaciones y de los que me llamen”. Así, con un poco de vergüenza, pero más con compasión, acordamos el 10%, que es la regla.

La relación laboral con “la Curura” no fluía tan bien como la personal. Tras unas primeras negociaciones con un canal de televisión y otros trabajos audiovisuales, tuvieron diferencias de opinión sobre cómo llevar el trabajo.

—Empezó a ponerse turbia esta situación en la medida en que ella iba cada vez tomando más control de todo, así es que le dije que mejor lo dejáramos hasta ahí.

Según el actor, siguieron siendo amigos y al poco tiempo iniciaron una relación sentimental, que, asegura, duró “quince días como máximo”.

—Ella me coqueteaba bastante. Yo le decía, “mira, tú eres como una ahijada para mí, así te veo yo”. Era una cuestión imposible. Había una diferencia de edad que no es cómoda. Hasta que un día me pilla volando bajo y pasamos a ser amigos con ventaja por un tiempo muy breve.

—Ella ha mostrado en redes pantallazos de conversaciones suyas con amigos, como Cristián Campos, donde usted se jacta de la relación que tenían.

—No, no, no. Cuando yo le conté a mi amigo Cristián (Campos) y a Pablo (Halpern), me agarraron para el chuleteo y me dijeron, ojalá te dé la energía, y cuestiones así. Pablo Halpern decía, “yo me declaro incompetente porque a una mujer así le pido matrimonio inmediatamente”, pero era en chiste, por tontera. Ahora yo no sé cómo obtuvo la copia de ese WhatsApp. Yo se lo mostré, como diciéndole, “mira la tontera que dicen”. Ahora sé que esto pasó por teléfonos intervenidos, por falsa información, por montaje de wasaps falsos, por fotos photoshopeadas, pegando este mensaje por acá y este otro por allá.

—¿De eso se enteró en la investigación?
—No, lo había empezado a entender antes. Hubo cosas que me hicieron ir tomando cada vez más distancia y teniendo más prudencia. Pero lo que detonó el asunto fue cuando me dijo que estaba embarazada. Ya habíamos terminado toda nuestra breve relación.

Willy Semler dice que fue una conversación tranquila, en la que le dijo que no se preocupara, que él iba a reconocer a ese hijo y que se iba a hacer cargo de la responsabilidad como padre.

—Le dije: “Nosotros seguiremos siendo amigos, con la única diferencia de que seremos unos amigos que tienen un hijo”.

Las cosas, cuenta, se comenzaron a normalizar. Ella le pidió firmar un acuerdo. “Me hizo firmar un documento notarial en el que había muchos ítems de cuándo yo iba a poder ver a la guagua, que ella quería tener la guagua sola, de que le tenía que pagar el arriendo durante todos los meses de gestación y cosas así. O sea, yo pienso que ahí había empezado la extorsión, verdad, y que iba a ir en aumento”.

En ese tiempo, recuerda, el supuesto Barraco Parra comenzó a comunicarse con él.

—Me decía que estaba muy feliz de que yo fuera el padre de la guagua o qué bueno que mi nieto va a tener un papá como tú.

—¿Lo llamaba por teléfono, se veían?
—No, por mail o por WhatsApp, nunca en presencia física. Ella me dijo desde un principio que su padre era Barraco y que lo había reconocido recién hace un año, en muestras de ADN, pero que Barraco siempre había sabido, que ella siempre había estado completamente involucrada con la familia Parra, cosas que eran todas mentiras.

Todo estaba bien entre ellos, dice, hasta que le contó que se había emparejado con una mujer con la que había tenido una relación años atrás. Eso fue en marzo.

—A los tres días, apareció haciendo la denuncia en la Fiscalía. Y con un cambio esquizofrénico de actitud. Y empieza ahí a intervenir, además, el supuesto Barraco. Y digo supuesto, porque no tengo ninguna certeza de que fuera él. No sé si esos wasaps y lo que venía escrito eran verdad o mentira, si los hacía ella, si realmente estaba metido Barraco, qué sé yo.

—¿Qué tipo de mensajes eran?

—El mismo supuesto Barraco diciendo: “qué le hiciste a mi hija, ahora solo quiere estar contigo, pero la tienes triste, perro de mierda”, y otros insultos muy groseros y muy violentos. “Te voy a tirar tus perros muertos a tu edificio, cosas por el estilo”. Y en las redes empieza a aparecer un bombardeo en contra mía.

—Ella mostró unos pantallazos con mensajes suyos, que se ven amenazantes. Hay uno en el que usted le dice que tiene gente que le está vigilando su casa.

—Claro y eso fue cuando ella me dijo que Barraco también la había agarrado con ella y que siente que la están siguiendo, que está en peligro su vida, que no se atreve a salir a la calle. Entonces, le mandaba ese tipo de wasaps, tipo Corleone, en broma, para tranquilizarla, porque yo la veía que estaba completamente fuera de órbita.

Relata que le pedía desesperadamente que le contara sobre el embarazo a su familia, a la que había conocido en la última Navidad.

—La Navidad del año pasado ella estaba muy deprimida, muy triste, porque iba a pasar sola la Navidad, así que yo la invité a pasarla con mi familia. No como pareja, sino como una amiga que está sola y que lo va a pasar muy mal. Entonces les pregunté a mis hermanas si la podía llevar. Sí, por supuesto, tráela. Y tuvo una conducta rara: se sacó fotos con toda mi familia y se dedicó a subirlas a sus redes diciendo cosas como: “Mi nueva familia”.

—¿A esas alturas no le parecía todo raro?
—Por supuesto que me parecía raro. Yo lo que estaba tratando de hacer era distanciar las cosas. Y bueno, después de esa Navidad yo le dije, “estoy con la Denisse”. Yo había tenido una relación con ella en el pasado y volví a buscarla y comenzamos de nuevo. Y cuando le dije eso, comenzó todo este cambio en 180 grados.

Y entonces, dice, partió un acoso que siguió tras la denuncia y que terminó hace muy poco.

—Hasta hace poco recibía unos mensajes de voz con un largo silencio y después un tema muy “punketa”, que decía “prepárate, prepárate, prepárate”. También pasó que me empezaron a llegar fotos y datos de un supuesto romance de la Denisse, mi pareja, con un compañero de deporte. Y fue tanto que yo me lo empecé a creer. Y fue una cosa que me volvió loco, porque era tal el nivel de coherencia, de lógica, de todo lo que habían diseñado, que me hicieron caer. Ahí dije, “no, yo esto lo voy a ver con abogados. No pienso denunciar ninguna cuestión, ni nada por el estilo de las cosas que han ocurrido, pero quiero terminar y quiero asesorarme con gente que sea profesional”.

—¿Hubo amenazas?

—Llegó un momento en que aparecieron fotografías de la Denisse con sus hijos, que son chicos, en internet. Y comenzaron las amenazas hacia ella, también con frases estilo, “sé dónde vives, tus hijos se llaman así y asá”, fotos de ellos saliendo del colegio y amenazas de muerte.

Todo esto, dice, fue antes de la acusación por abuso sexual.

—Después, aparece la denuncia y decidí tomar abogados para eso. Lo primero que me recomendaron fue que me borrara del mapa. Me dijeron “Tú no contestas nada: ni las amenazas, ni las peticiones, ni las llamadas por teléfono, los wasaps o los mails. Nada”.

—¿Había pruebas para justificar la denuncia?
—¿Cómo pruebas? Ella presentó todos estos recortes míos, de cuestiones descontextualizadas. Por ejemplo, en una que yo le decía, “te disparo a los ojos”, era porque ella me dice por teléfono que iba a inscribirse en esa cosa erótica, Onlyfans, porque no tenía trabajo. Y ahí yo le dije: “me muero, antes de eso te pego un tiro en los ojos. ¿Pero cómo me decís eso? No, poh, ¿cómo vai a entrar en un mundo pornográfico?”. Pero estaba sacado (de contexto) y se queda solo la frase.

—¿Usted es violento?

—No, para nada.

—No digamos violento, pero ¿explota?
—No, para nada. Antes sí, en la juventud sí, era bien neurótico y sobre todo cuando dirigía. Pero los años han ido haciendo lo suyo.

—¿Alguna vez tuvo una pelea con ella?
—No. Hubo una pelea fuerte, en que ella se metió a mi departamento y habló por teléfono con la Denisse y le dijo, “estoy esperando un hijo del Willy”, y ahí se armó un descalabro, pero que más que una pelea era yo tratando de decirle: “oye, por favor…”, porque eran gritos en el edificio.

—¿Por qué se metió en algo así? Un hombre de 64 años, mayor, fogueado.
—Primero, porque en un comienzo le creí todo. Me convenció de que era mi amiga, de que era escritora y gestora cultural, de que era aquí, de que era allá. En fin. Y la soledad, por otro lado.

La pandemia fue dura con Willy Semler. Dos de sus amigos y compañeros en la obra “Orquesta de Señoritas” murieron por covid-19 y el actor pensó en un cambio de vida radical. “Durante la pandemia tuve la idea de irme a vivir a Pucón. Había ocurrido lo del Teatro Oriente, con la muerte de Tomás (Vidiella), que era mi yunta, y la de Patricio Araya, con el que yo había trabajado toda mi vida, y todo eso me tenía muy mal. Entonces ahí dije, porque estaba convencido, “no voy a hacer más teatro. Me retiro”.

El plan de radicarse en el sur no resultó y acentuó su sensación de soledad. “La pareja que había tenido en Pucón, que era una amiga de mucho tiempo, me dice que no le funciona, que yo soy un hombre con una vida ya hecha, con hijos, y que a ella le perturban. Ella me dijo: “Quiero seguir sola”.

—Y quedó medio depresivo.
—Claro y con el Narciso.

—¿Por qué no con alguien de su edad?

—¡Porque se metió y era bastante brillante! Hasta hoy no sé qué era verdad o mentira, no sé si preparaba la tarde que iba a pasar conmigo conversando, tomando el té, leyendo sobre Drácula, metiéndose en cuestiones para llegar y tener mucho tema. Y además, sabía bastante de varias cosas. Pero cuando ya se desató el conflicto, yo dije, “estoy metido en algo muy macabro y muy duro, muy de película”.

—¿Cómo reaccionó su entorno?
—Cuando aparece en la prensa, explotó como bomba de racimo. Y se produjeron cosas muy ingratas, porque las reacciones de la prensa y de otros personeros fueron culparme inmediatamente antes de que se probara nada. Y ahí no puedo dejar de mencionar al director de Chilevisión Juan Ignacio Vicente, que hizo unas declaraciones en las que me daba por culpable, que yo era expulsado de la teleserie, con la paradoja de que seguí saliendo. Pero ya había provocado eso. Había echado a andar un tsunami farandulero, a lo que yo jamás he pertenecido.

—¿Ha pensado en demandar?
—Ganas me dan, no sé si me conviene hacerlo, pero yo estaría feliz con unas disculpas públicas. Me bastarían. Ha sido tan amargo todo lo que ha ocurrido durante este año, que no sé si quiero volver a esos lugares. Estoy en un momento de decantación de esta cuestión, no quiero reaccionar en caliente. Quiero terminar de calmarme, porque ha sucedido mucho.

—¿Perdió amistades por esto?
—Yo no diría que hubo quiebres de amistad, sino que hubo gente que se protegió ante esta cuestión, porque cuando a uno lo funan, te ponen un timbre. Te ponen un estigma encima. Y no es conveniente andar con un estigmatizado por la calle.

—¿Alguno dudó de usted?
—Los que más me dolieron fueron los que pusieron en duda la credibilidad mía. Y que dudaron: como “ah, tú hacías esas cosas”. No poh, o sea, si yo hubiera hecho esas cosas, tú habrías conocido a otra persona antes.

—¿Y fuera de su círculo?
—Yo estaba preparado para recibir algún escupo en el metro o algún cachamal, o que alguien me fuera a decir que era un violador… ¡Pero nada!

—¿Y el mundo actoral cómo reaccionó?
—Esta mujer, en sus delirios, inmediatamente después de la denuncia, se fue a Chileactores y al Sindicato de Actores. En Chileactores la escucharon y después me lo comunicaron.

—¿Y nada más? ¿Y en Sidarte?
—En Sidarte me avisaron de que me pasaban al comité de ética. Pregunté por qué. Yo soy inocente hasta que se demuestre mi culpabilidad. ¿Cómo ustedes…? ¿Con qué cara? ¿Cuál es el estímulo, que me hacen pasar al comité de ética?

—¿Y qué pasó en el comité de ética?
—No tengo idea, nunca supe nada. Nadie me llamó para saber mi versión. Y las consecuencias son feroces, porque mi hija chica vive con la mamá en Viña. Y cuando empezaron a aparecer todas estas cuestiones, yo inmediatamente tomé distancia de ella y la anulé, para que no fueran a llegar las amenazas hasta allá. Porque eso a mí me habría derrumbado del todo.

—¿Y espera algo?
—Disculpas de Sidarte, disculpas de la prensa en general. Y quiero recalcar que esto perjudica los movimientos legítimos de reivindicación de la mujer. Porque se mete una loca entre medio.

—¿Debilita el MeToo?
—Exacto. Debilita el MeToo, debilita a las chiquillas estas que hacían el baile, debilita muchas formas de reivindicación que yo considero del todo legítimas.

Willy Semler prende un cigarro dentro de la casa, por primera vez, y habla sobre cómo se reconstruye la vida de una persona acusada públicamente.

—No lo sé, porque el funado siempre es el funado. Es un estigma que es imborrable. No sé si se puede reconstruir, pero la reconstrucción que haga, sea cual sea, va a ser una vida completamente distinta. Eso es lo único que tengo claro.

Fuente: el mercurio

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