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Investigadores revelan cuánto duran los chilenos en la cama

Cuánto duran los chilenos en la cama es sólo una de las muchas preguntas que intenta responder el estudio "Sexo en el fin del mundo", realizado por el Laboratorio de Sexo y Sexualidad de la Universidad de Tarapacá, que a lo largo de un año entrevistó a 3.904 personas de todo el país, para ahondar en lo más profundo de un tema que históricamente ha sido tabú en nuestra sociedad.

Al respecto, Gonzalo Quintana, doctor en Neurociencia Conductual y líder de los 27 investigadores que participaron en el estudio, explica que de acuerdo a sus resultados, "tanto hombres como mujeres creen que la duración 'normal' varía entre siete y 25 minutos, con la limitante de que si sólo nos concentramos en la variable tiempo o en el sexo penetrativo, quedan fuera otras conductas sexuales, como los juegos previos y las pausas o descansos". A eso, se suma que medir el tiempo no considera toda la complejidad del comportamiento sexual humano, asegura.

Para abrir la investigación a más factores, los investigadores preguntaron a sus encuestados cuándo creen que se acaba el encuentro sexual, pero esta vez de acuerdo a experiencias más personales que el mero tiempo.

Separados por sexo, los resultados arrojan que el 15% de las mujeres cree que muchas veces el final es incierto, 3% dijo que se acaba cuando alcanza el orgasmo, 20,6 % cuando acaba su pareja y 60,8% cuando terminan ambos, sin importar si no es al mismo tiempo.

En el caso de los hombres las cifras no varían demasiado. 18,4% cree que el fin es incierto, 10,3% siente que se acaba cuando alcanza el orgasmo, 7,6 % cuando acaba su pareja y 63,8% cuando ambos llegan al orgasmo.

"Como vemos, en promedio cerca del 60% de los chilenos y chilenas piensan que el sexo termina cuando ambos acaban", destaca Quintana, quien aprovecha de comentar otros datos que no se habían medido a nivel nacional, como el alcance del BDSM, termino creado en los años 90 para designar a la práctica de bondage, disciplina, sumisión, sadismo y masoquismo, seis prácticas sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a las llamadas sexualidades alternativas.

"Se trata de prácticas sexuales que difieren de los usos sociales y culturales predominantes, que incluyen el fetichismo, intercambio de parejas, voyeurismo y exhibicionismo, entre otras, lo que genera una inconformidad que puede deberse a falta de comprensión o aceptación en ciertos contextos culturales", describe Quintana, quien detalla que en Chile "un 18% asegura mantener prácticas BDSM de manera esporádica, mientras que un 3% las realiza en forma constante durante el mes".
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