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Pedro Engel y su hijo

Según relata Pedro Engel (73), cierta aparición ocurrida el domingo anterior lo dejó tan emocionado que quedó mudo, sin ninguna posibilidad de reaccionar. Segundos antes almorzaba risueño junto a casi toda su familia en la casa que tiene en La Reina, cuando de improviso un hombre de mediana edad se presentó. Era Esteban Engel (47), el segundo de sus cuatro hijos. No lo veía desde hacía un año.

"Fue una sorpresa maravillosa, impactante", recuerda el conductor de "Pedro y Pancha" (TV+), tal vez el tarotista más importante del país, sobre el reencuentro que tuvo con su retoño, quien no vive en el país. Bioquímico de la Universidad de Chile y Doctor en Biotecnología de la UNAB, Esteban trabaja como investigador de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos, país donde se encuentra radicado hace casi 15 años. "Estábamos todos alrededor de la mesa, comiendo como siempre lo hacemos, y de repente llegó. Quedé sin palabras, no me lo esperaba, fue emocionante, hermoso; lo echaba mucho de menos", confidencia Pedro. "Yo ya no estoy muy bueno para viajar. Ya no me gustan tanto los aviones, y estar tanto rato encerrado. Y además que por mi trabajo, me cuesta más viajar ahora. Habíamos conversado y este año no nos veríamos, así que encontrármelo fue regalo un tremendo", agrega.

¿Qué le dijo Esteban cuando llegó?
"Él dijo que con ver las caras de sorpresa cuando entró, ya se daba por pagado el pasaje, jajajá. Sólo uno de mis hijos sabía, el que lo recibió".

Desde la llegada de su heredero científico, Pedro reacomodó todo su organigrama. "Fue una visita muy especial. Recorrimos el centro, nos juntamos con toda la familia acá. Hicimos recorridos de su infancia, fue muy emotivo", manifiesta el astrólogo. "También cumplimos una especie de tradición familiar que tenemos. El lunes mismo nos juntamos todos a comer en la Antigua Fuente, de Plaza Italia. Es algo que siempre hacemos. Las veces anteriores él llegaba al aeropuerto y partíamos para allá, es algo de nosotros", asegura Pedro, advirtiendo que el menú consistió en chacareros "normales y vegetarianos".

¿Qué más hicieron?
"Bueno, después también le cociné las cosas ricas que a él le gustan. Hice un día locos, erizos. Otro día le hice goulash. Otro día le hice pejerreyes fritos; lo regaloneé harto. Fue bonito tenerlo acá".

Con el pasar de los días, siempre de acuerdo a Pedro, Esteban pudo compartir junto a él y el resto de su familia, hermanos y sobrinos incluidos. "Lo pasamos tan bien, fueron momentos cariñosos, que lamentablemente no duraron tanto", retoma.

La mañana del sábado, después de menos de una semana en Chile, el hijo tuvo que volver a Estados Unidos. Pedro quedó nostálgico. "Decir adiós pega más fuerte con la edad. De más joven, si echaba de menos, pescaba un avión y partía. Hoy sé que hay que esperar la próxima vez para verlo, el próximo viaje. Además uno después de los 70, ya sabe bien que no son muchos más los años que me quedan acá. Entonces, uno nunca sabe si la despedida es un hasta luego o un adiós total".

En su perfil de Instagram, usted mostró una despedida súper cariñosa con él. Con besos y abrazos incluidos.
"El es muy cariñoso y yo también. Siempre ha sido un niño muy sensible, muy de piel. El es cáncer y yo soy ascendente cáncer, entonces somos muy sensibles. A mí me gustan los abrazos, los besos. Siempre he sido de piel. De abrazarlos, de hacerles mucho cariño. Bueno, a mí me tocó criar a mis hijos sin la mamá presente, aunque espiritualmente siempre estuvo ahí. Y yo era de la idea de abrazarlos mucho. Siempre los he tratado con mucho amor, porque me nace en el corazón hacerlo así".

Son duras algunas despedidas, Pedro.
"Es verdad. Por eso yo creo que cuando uno tiene la suerte de compartir con los hijos, lo tiene que hacer lo más intensamente posible, de corazón. Eso es lo que yo creo que queda en los hijos. Más que las situaciones que uno vive, creo que uno recuerda los abrazos y el cariño que se da. Eso considero que se queda en los corazones de los niños; hay que tocar, abrazarse, besarse. Porque esas son cosas que quedan, más que las palabras. Los abrazos y los besos quedan. No importa la edad que uno tenga, hay que ser cariñoso".

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