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Nery Veloso repasa los duros años en que estuvo sin jugar

La lluvia y el viento hacen estragos en la Octava Región y el portero Nery Veloso (36) sentencia con la autoridad que le da el conocimiento de la zona. "Nunca había visto llover así en Concepción. Se pasó", dice el actual arquero de Fernández Vial, participante de la Liga 2D.

Veloso, pese a todo, no la ha pasado mal en estos días. "Yo vivo en Quillón, a una hora y media de Conce. Mi casa está sobre una colina. Así que, gracias a Dios, no hemos tenido problemas de inundaciones. Lo difícil es que todos los días debo trasladarme a Concepción para entrenar en gimnasio. Pero no hay problema porque estoy feliz de volver a hacer lo que más me gusta".

Usted estuvo dos años cesante, sin club. Y contó esa historia en una entrevista diciendo que la pasó mal, que nadie del fútbol quiso ayudarlo.
"Es que fue así. Después de haber sido campeón con Huachipato y jugar en varios equipos (Colo Colo, Audax, Unión Española y Santiago Wanderers) de repente me quedé sin club. Primero pensé que esa situación la iba a superar pronto, pero empezó a pasar el tiempo y al final estuve dos años sin Jugar".

¿Fue a golpear puertas? ¿Usó contactos?
"Hice todo lo que pude, pero nadie me abrió puertas. Obviamente, empecé a buscar en equipos de la Octava Región, que es mi zona, pero en ninguno me dieron opciones. No entendía lo que pasaba y, además, empezó el tema de la escasez económica que hizo todo más duro".

¿Pensó en largarlo todo y buscar otro trabajo?
"Lo digo con sinceridad: siempre tuve fe de que Dios me daría una nueva oportunidad en el fútbol y por eso no quería ni pensar en la posibilidad de hacer otra cosa que no fuera jugar".

Pero igual las cuentas había que pagarlas.
"Claro. Y me dolía mucho ver que mis hijos (Facundo de 7 años, Antonella, de 12) se iban durmiendo y con frío en la camioneta al colegio. Pero Dios y mi familia siempre me dieron una mano y no decaí. Nunca me faltó. De hecho, me pasaron cosas muy bonitas porque de la nada algún familiar llegaba a mi casa para darme algo que necesitaba o mi hija se ganaba cuadernos en rifas en el colegio cuando no teníamos para comprarlos nosotros".

Usted vendió waffles y completos para hacer la plata del mes.
"Sí, con mi señora (Nicole Valenzuela), a quien conocí cuando tenía 15 años, se nos ocurrió lo de vender waffles y completos. Como no teníamos dónde hacerlo, lo hicimos en nuestra camioneta. Nos instalábamos en cualquier calle y vendíamos. Lo malo es que muchas veces lo carabineros nos echaban. Al final nos fuimos al puerto, a Penco, y ahí nos establecimos con la camioneta y nos empezó a ir mucho mejor".

¿Lo reconocían? ¿Le decía algo la gente que sabía que usted era futbolista?
"Varios nos daban ánimos y me metían conversación por algún partido en que yo había jugado. Pero muchos también se burlaban de mí por vender en mi camioneta".

Y usted, ¿cómo reaccionaba con ellos?
"Yo estaba tan seguro de que tarde o temprano se me abriría la puerta para volver al fútbol, así que les decía: Tranquilo, que pronto me vas a ver atajar de nuevo. Siempre tuve fe".

¿En verdad?
"Nunca. No miraba partidos porque eso me hacía mal. De hecho, me invitaron a ver uno de Ñublense al estadio y me angustié. Pero me preparaba para el regreso. Tanto así que sagradamente todos los días salía a correr y a hacer ejercicios por mi cuenta porque quería estar listo para cuando se produjera el llamado".

¿Y quién fue el que lo llamó?
"El entrenador Felipe Cornejo, que dirigía San Marcos de Arica. Me encontré con él y me dijo que esta impecable y que quería llevarme a su equipo porque yo era un buen arquero. Fui y me fue muy bien. Salí campeón y me eligieron el mejor arquero del torneo. Después me fui a Palestino y pese a que no jugué tanto, todos hablaron bien de mí y así llegué a Fernández Vial, donde soy feliz".

¿De verdad es feliz? No tuvo una carrera como la mayoría de sus compañeros de la selección Sub 20 que salió tercera en el Mundial de Canadá.
"De verdad, amigo, soy feliz. Estoy en un gran equipo, jugando muy bien y, además, hace un año me llegó un nuevo hijo, Santiago. Y cuando veo a Vidal, a Medel, a Isla o a Alexis, me llena de orgullo haber compartido con ellos en la Sub 20. Pero yo soy feliz porque, pese al mal momento que pasé, salí adelante y ahora vuelvo a hacer lo que me gusta. Tengo la convicción de que, si uno se esfuerza en su trabajo, siempre Dios le abrirá una puerta y tendrá su recompensa".

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