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Cómo es la vida en El sueño de todos, la toma amurallada de Puente Alto

Antes de hablar, el vecino toma la precaución de mirar para todos lados por si alguien está mirando. No se ve casi ni un alma a esa hora de la tarde en la toma "El sueño de todos", ubicada a pasos del río Maipo, en la más apartada de las periferias de la comuna de Puente Alto.

"Es que están todos trabajando, aquí solo hay gente de trabajo y niños", explica una vecina. "No es tan así", corrige el vecino precavido, que no quiere dar su nombre y no quiere fotos. Nadie en la toma da ningún nombre ni quiere aparecer en fotos. "Aquí hay harto narco", agrega el vecino.

El hombre habla rápido, como si tuviera poco tiempo para decir lo que tiene que decir. "En abril vino el Tren de Aragua para apropiarse de la toma", cuenta. "Vinieron de noche, en camionetas, más de veinte tipos armados. Agarraron al presidente de la toma, lo encañonaron en la cabeza y lo pasearon por todos lados, diciéndoles a los vecinos que de ahora en adelante mandaban ellos. Vinieron tres días seguidos. Entraron a las casas, se robaron cosas, amenazaron a toda la directiva y a su familia. Pero no lograron adueñarse de la toma". Inmediatamente después de ese episodio, cambió la directiva de la junta de vecinos. Como presidenta asumió una mujer de nacionalidad colombiana. Nadie sabe cómo ni quién la eligió, pero fue casa por casa presentándose como la nueva presidenta. Todos coinciden en que ha sido muy atenta y generosa. La llaman "La doctora", porque ella misma decía que era médico y que por eso tiene la casa que tiene, acaso la más grande del lugar.

"Es muy atenta con nosotros", dice una vecina, de origen peruano. "Si la casa se te llueve, ella misma, de su propia plata, te arreglaba el techo".

"Además, estaba haciendo los trámites para que la junta de vecinos sacara la personalidad jurídica y pudiéramos pedirle cosas a la municipalidad", cuenta otra vecina. "Gracias a ella, la toma es más segura que nunca".

Varios repiten lo mismo. La toma "El sueño de todos" está amurallada, como una ciudadela; cuenta con dos puertas de ingreso para vehículos que por la noche se cierran "para que no entren delincuentes"; adentro está prohibida la venta de alcohol "y hacer escándalos", y cuentan con un sistema de seguridad privado compuesto por cuatro vecinos para que vigilen el perímetro.

"Nos cobran 20 mil pesos por familia para que hagan rondas de día y de noche. Estos vecinos, que estaban cesantes, se deben hacer un sueldo de unos 500 mil pesos cada uno, el mínimo", cuenta un vecino. "Es tan seguro aquí que nunca me han entrado a robar. Yo puedo dejar mis herramientas de trabajo aquí afuera, y sé que nadie se las va a llevar. Porque siempre hay gente vigilando".

El allanamiento

La madrugada del miércoles, la singular paz de la toma fue interrumpida por la arremetida de un nutrido contingente del OS-7 de Carabineros. Allanaron 22 viviendas incautando armas de fuego, municiones, marihuana, pasta base, tres vehículos, uno de ellos con encargo por robo, y otras especies más.

Detuvieron a 13 personas, uno de los cuales fue nada menos que "La doctora". Su casa, de material sólido, contaba con una piscina, una tinaja para baños calientes, mesa de pool, diez habitaciones y un televisor con una cantidad faraónica de pulgadas.

La capitana del OS-7 Belén Galaz cuenta que el operativo fue la culminación de siete meses de investigación y que el objetivo final era desarticular la organización criminal que mandaba en la toma.

"Esta organización era liderada por un colombiano que hacía las veces de guardia de seguridad, en donde también trabajaba su hijo", explica. "Cobraban entre 100 y 200 mil pesos a cambio seguridad o simplemente para que los vecinos tuvieran el derecho a permanecer en la toma, lo que configura el delito de extorsión".

La oficial dice que, efectivamente, "había una especie de seguridad, pero muy entre comillas, porque había que entregar dinero a cambio". Una especie de pax romana del narco, no la que debiera brindar el Estado y la ley.

"Acá no dejaban entrar ni a carabineros ni a nadie; era un territorio custodiado por el narco", dice la capitana. "El intento del Tren de Aragua de apropiarse de la toma en abril fue un hecho cierto, que sigue en investigación, pero que refleja que éste es un territorio en disputa entre el narco colombiano y venezolano".

El OS-7 ya se ha ido de la toma. En las callejuelas de tierra, semivacías, reina un silencio profundo y tranquilo. Pero son solo apariencias. "La gente que se llevaron detenida estaba denunciada hace rato, todos sabían que allí se traficaba", cuenta el vecino de hablar rápido. "Pero se llevaron apenas una pincelada de los narcos. Ahora mismo están apareciendo de nuevo los vigilantes, viendo quién conversa con quién. Qué vecino se va de lengua. Así que mejor váyanse"

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