Algo pasa en las parejas que se llevan bien, pasa el tiempo, deciden casarse y luego se
separan al poco tiempo. Ocurrió con la coach de TikTok, Francisca Rodríguez, quien llevaba
cinco años de relación, pero "todo esto cambia al momento que firmamos ese papel", contó la
tiktoker. Duró 60 días casada. Como si junto con el
matrimonio apareciera una barrera sicológica que no todos pudieran superar. Si son
exactamente las mismas personas antes y después de casarse, ¿por qué en ciertas personas
cambia tanto la relación hasta llegar a separarse?.
Estudio
Un estudio único en su tipo es "Cambios en las relaciones conyugales a lo largo de la vida
marital", de 2018 (léalo aquí bÜps://goo.su/lsHqyü), realizado por la Universidad Brigham
Young de Estados Unidos. Es un referente en términos de relaciones maritales porque fue
pionero en comparar la trayectoria de las relaciones de los cónyuges que estuvieron casados
con aquellos que finalmente se divorciaron. Es uno de los pocos trabajos que siguió a parejas
durante dos décadas. Los autores descubrieron que las parejas que permanecen juntas
mucho tiempo mejoran su felicidad y calidad de vida. En cambio, las parejas presentan una
disminución en los grados de felicidad al inicio del matrimonio. En gran parte, se concluye,
tiene que ver con la expectativa inicial de lo que implica casarse: y por una hormona, la
dopamina. La dopamina, también llamada la hormona del placer, es la hormona que activa
todo el circuito de recompensa y hace que tengamos, por ejemplo, la necesidad de comprar.
Esto, a su vez, activa la serotonina, que es la hormona encargada de hacernos sentir felices
cuando finalizamos el proceso. Muchas veces, el efecto de la dopamina es tan grande que el
efecto de la serotonina resulta ser menor y en ocasiones es decepcionante.
Expectativas
Precisamente, sobre el exceso de expectativas es lo que menciona Pamela Núñez
(@pamelanunez_ps en Instagram), sicóloga y autora de los bestsellers "Tu cabeza te engaña"
y "Cómo arruinar tu vida amorosa... o no!" como principal motivo de quiebre al comienzo del
matrimonio. "La persona que se casa es la misma persona que estaba sola antes. No es que
uno se despierte con otra persona y, en el fondo, son las expectativas. Hay mucha gente que
le pone muchas fichas al matrimonio, como que lo más importante es casarse", comenta.
"Muchos sienten que ya no tienen que enamorar al otro, porque se relajan. Las relaciones
estables, como el matrimonio, son un trabajo de todos los días de la vida", propone.
Llama del amor
La autora dice que la gente, en la actualidad, está acostumbrada a la gratificación inmediata,
como lo que hace la dopamina en el cerebro y que las relaciones duraderas como el
matrimonio "son más fomes". "Estamos en la época de la dopamina. Hay muy poca tolerancia
a lo predecible. Y que, básicamente, se debe tener claro cuál es la razón para casarse, si es
tener estabilidad o apoyo incondicional. La llama de la dopamina se suele confundir con la
llama del amor porque te hace sentir contento", plantea. "Las relaciones sanas, por definición,
son estables. Tienen compromiso, trabajo, todas esas cosas que cuando alguien las escucha
empieza a bostezar. Pero la llama del amor, lo único que hace feliz al ser humano, es la
conexión profunda", asegura.
Presión social
Para el director de la Escuela de Sicología de la Universidad Autónoma, Pablo Palma, el
matrimonio tiene una carga simbólica y social enorme asociada. "No es solamente firmar un
documento, sino que cambia la situación. Es como cuando uno se gradúa de una carrera,
donde hay un estado o un estadio diferente. Y, por lo tanto, trae un montón de cambios y
adaptaciones que deben procurarse durante el matrimonio", explica. Para él es común que
parejas que eran muy estables o que llevaban mucho tiempo, al casarse, tengan problemas.
"Principalmente por el cambio de situación simbólica, por la presión social asociada, por la
visión social del matrimonio, las expectativas, la carga familiar que cada uno trae, es decir,
múltiples factores. Lo principal en el caso del matrimonio es el cambio de situación. No es
solamente un contrato, hay un cambio cualitativo en la vida de la pareja", resume.
Cambios
Al casarse cambia el estatus social y vincular, dice Carmina Gillmore, mediadora y académica
del Instituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de los Andes. Una de las recetas para
intentar tener un matrimonio duradero es "acuerdos, no solo dónde va a vivir, sino también
cómo van a organizar la economía, los proyectos de vacaciones, rutinas familiares, fechas
importantes", propone. La académica dice que las parejas ven duplicadas todas las
actividades que antes hacían individualmente, por lo tanto, "hacer una negociación
colaborativa, que no sea que alguien gane y otro pierda" es clave. "En proyectos en conjunto,
todos tienen que salir ganando. Como todo es inmediato, las redes sociales o cosas que se
pueden pedir por internet, está todo a nuestro alcance y hay menos tolerancia a la frustración.
Todo es rápido y en las relaciones no es así. No somos como un robot en que apretamos un
botón y se obtienen las cosas", concluye.